A veces siento que algunas experiencias de la vida fueran como un juego de rompecabezas, el cual tratas de armar con mucho cuidado, ya sabes, tratando de embonar cada pieza en su lugar, cuidándolas que no se muevan y una vez que ya casi lo tienes armado comienzas a sentirte moderadamente feliz, porque de eso se trata el juego, ¿o no? de ármalo, aunque algunas veces las piezas parecieran no querer embonar, lo cual aumenta gravemente tu frustración y las empujas con fuerza para que se queden pero no lo hacen, pero finges que si para terminar más pronto, y eso no es lo peor, cuando te descuidas por un momento accidentalmente se te cae o alguien lo mueve haciendo que todas las piezas queden dispersas por doquier, la primer reacción es gritar de coraje y porque no, supongamos que fuera uno de esos rompecabezas de más de 1,000 piezas hasta lloras de impotencia por no haber podido detener lo sucedido, es imposible olvidar todo el tiempo y esfuerzo invertido lo cual desde este punto parecier
“Spreading my wings to turn my dreams into reality…”