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"A solas conmigo..."




Mientras conducía en la carretera por la orilla de una bella ensenada, decidí detener el auto y admirar ese bello paisaje, algo dentro de mí lo deseaba con vehemencia. No me fue difícil encontrar un lugar seguro para estacionar el auto, y me decidí a vivir esta maravillosa experiencia. El lugar se encontraba solitario y debía caminar solo un poco hacia abajo para llegar a la orilla y así poder observar el bello mar que frente a mí se encontraba, tuve cuidado de los primeros metros que estaban llenos de piedras algo resbaladizas, y ya que iba de bajada debía ser en
extremo equilibrada para no trastabillar.
Conforme avanzaba el suelo iba cambiando, ya no solo eran rocas y tierra, comenzaba a haber toda clase de plantas verdes que le daban al lugar un aspecto fresco y totalmente hermoso. Camine entre arbustos e hice una veredita hasta que llegué a la orilla. Me encontraba en lo alto y el majestuoso mar debajo y al frente de mí, se veía tan tranquilo y azul que no me alcazaba la vista para admirar el resto de la ensenada, tenía que girar la cabeza hacia ambos lados para poder observar el todo y entonces allí, frente a aquel paisaje, decidí descansar un poco y me senté con las piernas cruzadas y decidí hacer meditación, inspire profundamente y cerré los ojos unos breves instantes para escuchar aquella tranquilidad mientras inspiraba y exhalaba. Esto fue lo que escuche y sentí en el silencio:
Gaviota, viento tocando las plantas a mí alrededor, el dulce vaivén de las olas como un susurro, auto a lo lejos por la carretera, una abeja volando cerca de mí, el cálido sol tocando mi piel, las pequeñas piedras donde me senté y el viento con olor  y sabor a mar, la tranquilidad de saberme parte de tan maravillosa y
sencilla experiencia.
Abrí los ojos después de algunos minutos, aunque en el fondo realmente no quería, todo se sentía tan pacífico y armónico, pero al hacerlo fue como si fuese la primera vez que mi ojos pudieran ver los colores, recuerdo que eran tan brillantes que ya no estaba tan segura de que todo aquello fuera real. No quería que nada alterará aquella escena, ese bello regalo de Dios y de pronto una inmensa carga de energía se apoderó de mi haciéndome sonreír y la alegría de saberme viva medesbordó y me sentí afortunada de tener ese momento para mi espíritu, para mi alma, para mi corazón. Di gracias a Dios por permitirme la experiencia y me despedí apropiadamente, caminé hacia mi auto y continué con mi viaje hacia una nueva experiencia.


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